En la actualidad, es muy común que los chicos no nos escuchen todo el tiempo ni nos hagan caso en todo lo que les decimos, pero la realidad es que ellos no dejan de mirarnos.
Según los psicólogos, existe una serie de rasgos que se potencian en la adolescencia, ya que este es un momento de la vida maravilloso pero complejo. Para el adolescente los términos medios no existen, para ellos es “blanco o negro”, es la felicidad más profunda o el sufrimiento más fuerte.
Distintos enfoques psicoanalistas marcan que la construcción de la personalidad se da fundamentalmente en los primeros años de vida y hay una etapa esencial, la de los 11 años, donde son especialmente sensibles a la mirada del otro, más específicamente a la de sus pares y adultos que los rodean. Cuanto más se los pueda ayudar en sus primeros años a construir una autoestima solida, mayores defensas tendrán los chicos frente a los demás.
Hay dos niveles de impacto que se pueden generar en los chicos a partir de las formas en la que los padres intervienen con ellos. Por un lado, están aquellos que fomentan a construir una personalidad sana, fuerte y segura. Sin embargo, también existen padres que a través de determinados métodos, tienden a construir niños inseguros, retraídos y sufrientes.
Podemos decir que nuestra mirada como padres construye o destruye la personalidad de nuestros hijos. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Les compartimos algunas herramientas para los padres de adolescentes:
- Escuchar a nuestros hijos cuando necesitan de nosotros.
- Ayudarlos a que construyan con su propio cuerpo, un vínculo de cuidado.
- Soportar la diferencia entre lo que nos dicen y lo que quisiéramos escuchar, si es que esto no representa algún riesgo para ellos.
- Mantener las reglas del hogar con algunas normas no negociables, así como también hacer que respeten los valores familiares.
- Mantenerse informado acerca de las actividades que realizan los chicos, las personas con que se rodean y sus resultados académicos, pero sin que ellos se sientan invadidos. Esto se puede hacer a través de la observación, escuchándolos, preguntando qué hacen.
En definitiva, será futbolista, será bailarina, será doctor o trompetista, pero acompañarlos y alentarlos es la tarea de los padres, brindándoles apoyo para que puedan cumplir sus objetivos personales de forma sana y segura.